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La apicultura es considerada una actividad que genera al mismo tiempo bienestar individual, social y ambiental. Por sus diversos impactos y los servicios ecosistémicos que provee, no encaja fácilmente en las divisiones sectoriales. Como actividad, abarca distintos ámbitos del paisaje de un territorio. Por ejemplo, interviene en la silvicultura, horticultura, agricultura, ganadería y entomología pero no es parte plena de ninguno de esos sectores. 

Aunque la polinización es una parte importante del crecimiento de diferentes cultivos, el manejo de las abejas se considera parte de la producción animal. De manera similar, dentro de los productos apícolas se cuentan alimentos (miel) y no alimentos (cera). Estas ambigüedades ilustran el complejo entramado de relaciones en las se encuentran los apicultores, la cadena apícola en su totalidad y de lo importante que es esta actividad para el bienestar de los ecosistemas. 

Ante este panorama, el fortalecimiento de los vínculos sociales entre distintos actores de la cadena apícola es un objetivo fundamental para la sustentabilidad así como el fortalecimiento territorial y comercial. Esto impacta especialmente a cinco áreas: trabajo colectivo (familia, comunidad, pares); membresía a organizaciones o asociaciones; ecosistema donde se desenvuelve la apicultura; acceso a información de mercado; y acceso a los productos de la investigación científica. Áreas que son claves para la innovación, mejora comercial o de la calidad de sus productos. 

Lo anterior implica que las relaciones comerciales se encuentran insertas en relaciones que no son comerciales para poder funcionar. Es decir, el éxito o fracaso de las iniciativas comerciales y productivas se encuentra mediado por las relaciones sociales. Ello llevó al reconocimiento de la existencia de un capital social. Con este concepto se está hablando de vínculos sociales que permiten que un grupo de personas trabajen juntas de manera efectiva para lograr un propósito u objetivo común. Se le denomina capital porque estas vinculaciones o lazos se pueden entender como recursos que, al acumularse y hacerse estables y recurrentes en el tiempo, generan capacidades y beneficios. 

Entender al capital social de esta manera es útil para poder explicar y modificar las condiciones bajo las cuales se coopera de manera coordinada para facilitar ciertas acciones, logros y bienestar dentro de una determinada red y quienes guardan alguna relación la misma. Dentro de los atributos o dimensiones más importantes del capital social encontramos la creación de confianza, sentido de pertenencia, valores y normas compartidas, participación, redes y reciprocidad. Todo programa que genere o fortalezca algunos de los atributos del capital social está generando capacidades, en este caso de la cadena apícola para que puedan desarrollar mejor su quehacer, contribuir a la protección de la biodiversidad y el entorno, así como a su propio estatus sanitario y productivo.

Figura 1: Atributos del capital social

Ahora, el capital social se puede modificar de acuerdo al tipo de capacidades que se quiera generar y fortalecer. A saber, capital social de unión, de puente y de eslabón o cadena.

Capital social según tipo de capacidades

  • Capital social de unión: es el capital social que se genera dentro de un grupo y facilita la interacción y acción colectiva dentro de este. Se le considera vínculos fuertes muy difíciles de destruir.
  • Capital social de puente: Las relaciones de puente o vinculación fortalecen los vínculos entre el grupo y otras organizaciones.
  • Capital social de eslabón: Estas relaciones generan lazos con instituciones, empresas, otros rubros, ONG, universidades, centros de investigación y el gobierno, entre otros. Concierne las conexiones de una persona o de la comunidad con personas o grupos fuera del propio grupo y que tienen otra (mejor) dotación de activos. Es considerado como un poderoso mecanismo para el bienestar económico a  mas largo plazo.

A su vez estas capacidades se pueden fortalecer en diferentes niveles, de manera espontánea o también puede ser inducida a través de programas sociales. En ese sentido la acumulación de capital social puede ocurrir de manera individual y colectiva.

Niveles de acumulación capital social

  • Individual: capacidades que se generan en una persona y aquellas otras personas, grupos e instituciones con las que se relaciona.
  • Colectiva: El capital social entre grupos y grupos e instituciones. Es el pegamento social que aglutina a grupos con las instituciones y estructuras que existen dado una comunidad. Concebido de esta manera, se le puede considerar un recurso colectivo.

En todos los niveles el capital social está relacionado a un incremento del nivel de empoderamiento de manera selectiva, consciente e intencionada que tiene como objetivo la igualación de oportunidades entre los actores dentro de la cadena apícola y así mejorar el nivel de apalancamiento de cada parte que la constituye. 

Dentro de los beneficios, las capacidades que genera el capital social se asocian a una disminución y/o des escalamiento de los conflictos a todo nivel (familiar, social, laboral). Así también, favorece un ambiente de cooperación y reciprocidad en los negocios, capacidad de concertar acciones, capacidad para negociar a distintos niveles y, por consiguiente, aumenta la capacidad de resiliencia frente a los obstáculos o momentos de crisis. 

Esto no es todo. Mejores relaciones entre los actores de la cadena favorecerán que existan comunidades más inclusivas, pero no solamente, ya que podría mejorar la sustentabilidad en el ecosistema incluyendo la calidad de los alimentos, innovación e inspiración, oportunidades económicas, conservación de bosques y biodiversidad, y, por supuesto, la salud de las personas.

Después de haber leído sobre el capital social, ¿Qué piensas? ¿Qué preguntas tienes?

¿Con qué actores de la cadena apícola de la sexta región te gustaría relacionarte?

¿Qué temas de investigación crees que deberían ser incorporados a la agenda apícola?

Foto: Andrés Henríquez